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La guerra de la metodología

La historia de la educación para sordos está repleta de guerras de la metodología; los únicos perdedores de estas batallas monumentales han sido los propios niños sordos. En el siglo XIX, hubo una contundente batalla entre los partidarios de la metodología oralista y los de la metodología de signos. El equivalente moderno del siglo XX es un conflicto más sutil en cuanto a que hay distintos grados en cada “ejército”, pero, en esencia, es la misma guerra. Los oralistas creen fervientemente que algo funciona mal en el niño sordo y hay que arreglarlo.


Su meta es hacer de él o ella una persona lo más parecida a un oyente como sea posible. Los actuales partidarios de la metodología de signos creen que la primera meta de la educación es conseguir un niño sordo equilibrado que pueda comunicarse usando el lenguaje “natural” (para los niños sordos) de signos. La palabra clave para un partidario del lenguaje de signos es “comunicación” y al soldado oralista se le puede identificar con la consigna “normal”.

 

La fundación de la primera escuela para la educación de sordos en Estados Unidos se atribuye normalmente a Thomas Hopkins Gallaudet. Un joven estudiante de teología y graduado por la Universidad de Yale.

Alexander Graham Bell se convirtió en el padre de la educación oral y su defensor más acérrimo. Nació en Escocia y se crió en Inglaterra.

 

No hay duda de que el contacto de Alexander Graham Bell con su madre, siendo una mujer sorda que se comunicaba oralmente, que no utilizaba el lenguaje de signos, influyó en sus ideas sobre la educación de sordos. (A la inversa, la experiencia de tener una madre sorda que signaba fue lo que influyó a Edward Miner Gallaudet en sus ideas sobre educación). Bell y Gallaudet empezaron siendo amigos, pero poco a poco se convirtieron en rivales como líderes de la educación de sordos.

 

En 1890, Bell fundó la American Association for Teaching Speech to the Deaf (Asociación Americana para la Enseñanza del Habla a los Sordos). Ésta se desarrolló hasta convertirse en una organización nacional que promovía el oralismo; y, entró en vigor, separada de la Convention of American Instructors of the Deaf (Convención de Educadores Americanos de los Sordos), la organización de Gallaudet. En dos documentos publicados, según informa Moores (1996), la postura de Bell era básicamente la de que el sistema americano de educación de sordos en internados con un énfasis muy claro en los signos únicamente llevaba al aislamiento de los sordos y a la promoción del matrimonio entre sordos, con el resultado del nacimiento de más niños sordos. Esta posición era consecuente con el movimiento eugenésico emergente en ese momento, el cual mantenía la noción errónea de que los genes recesivos se podían eliminar al no permitir el casamiento entre personas portadoras del mismo gen.

 

A través del oralismo y la educación de los niños sordos junto con estudiantes oyentes, Bell esperaba “eliminar la formación de la raza sorda”por medio del fomento de los matrimonios entre individuos oyentes y sordos —una postura interesante para un hombre cuya mujer y madre eran sordas. Favoreció la eliminación de la segregación educativa, del uso del lenguaje de signos y del uso de profesores sordos para niños sordos. (En ese momento más de un tercio de los profesores de las escuelas para sordos lo eran también, siguiendo el ejemplo de Clerc, el primer profesor de la American School). 

 

Edward Miner Gallaudet se oponía completamente a esta postura y los dos hombres debatían enérgicamente la postura del otro en las reuniones de profesionales. El punto culminante de su animosidad ocurrió cuando Gallaudet quiso establecer un programa de enseñanza para profesores en la Universidad de Columbia y buscó financiación por parte del gobierno federal. Bell se opuso a la financiación del programa, temeroso de que Gallaudet contratara profesores sordos y usara el lenguaje de signos. Bell, de hecho, saboteó la asignación de fondos y Gallaudet nunca le perdonó. Cuando, más tarde, Bell intentó unirse a la Convention of American Instructors of the Deaf, siendo Gallaudet presidente, se rechazó su dinero. La división fue permanente y profunda (Winefield, 1987).

 

En 1880, se convocó un congreso internacional de educación para sordos. Ambos, Gallaudet y Bell, asistieron y presentaron trabajos con visiones completamente contrapuestas. Al final de la convención, se tomó la siguiente resolución con algunas disidencias:


El congreso - Considerando que el uso simultáneo del lenguaje hablado y los signos tiene la desventaja de dañar al habla, a la lectura labial y a la precisión de las ideas - Declara Que se debe escoger el método puramente oral (Bender, 1981).

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